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Tarantino: Meditaciones de Cine.

Tarantino. Meditaciones de cine.

Un libro de cine divertido, inteligente, con mucho conocimiento detrás e ideal para quien quiera desarrollar su carrera como guionista.

Sobre Bullit:  algunas de las cosas que hace Bullit carecen de sentido narrativo, pero tienen sentido cinematográfico emocional.

Sobre Harry el sucio: Siegel siempre ha puesto ante el público a protagonistas hacia los que uno se siente atraído pese a las pruebas de que tienen una naturaleza y un comportamiento preocupantes Protagonistas a quienes tal como nos lo presenta es difícil apoyar, pero, en último extremo, apoyamos de todos modos.

Sobre Deliverance: No vemos la violación de Bobby; somos testigos.

Sobre La huida: Mi principal duda fue que no era el libro. La mayor diferencia entre la historia contada por Thompson y la historia que cuenta Peckinpah es el tono. La película de Peckinpah es dura; pero la novela de Thompson es mucho, mucho, mucho más cruel. El Doc McCoy de la novela es un asesino de sangre fría. En la película se percibe un esfuerzo por retratar al Doc de McQueen como alguien que no es un asesino. Esa alteración me revienta.

Sobre A quemarropa: Tiene unos diez minutos deslumbrantes (para su época). Después del alarde inicial, A quemarropa se acomoda al tono propio de la televisión de los años sesenta. Prácticamente es indistinguible de un episodio de Mannix.

Sobre el nuevo Hollywood: Al público le gustaron los nuevos elementos subidos de tono, pero ¿estaban preparados para la violación de Perros de paja de Sam Peckinpah?, ¿los perturbó, los excitó o las dos cosas? Secuencias como esas infundieron una creciente sensación de inquietud. Los espectadores que no vivían en Nueva York o Loa Ángeles empezaron a tener miedo de las películas modernas. Y de repente llegó a las pantallas una sucesión de películas – La última película, ¿Qué me pasa, doctor?, El padrino, American Graffiti, Luna de papel, Tiburón, Carrie, La guerra de las galaxias, Encuentros en la tercera fase-, que eran de fácil comprensión, realizadas para el máximo disfrute del público. Y esas películas acabaron siendo el cine que el público estaba esperando.

Sobre Brian De Palma: Cuando Brian descubrió a Hitchcock no fueron sus temas los que lo atrajeron, fue su técnica.  Para Brian – un niño que desmontaba su transistor para ver cómo funcionaba- tomar las escenas de suspense y analizar sus componentes resultaba interesante.  La película clásica de Hollywood procuraba que el público no prestara atención a la cámara. Para Hitchcock la cámara fue siempre la auténtica estrella del espectáculo. ese enfoque de la gramática era del agrado del aprendiz de cineasta. Brian De Palma no quería convertirse en director de cine para rodar personas hablando entre sí (como en Rio Bravo de Howard Hawks).

Sobre Rocky: Stallone demostró que era capaz de dirigir un buen filme. Si os gustó la película Rocky, es muy posible que penséis que la primera película fue mejor. Si, por el contrario, os gustó el personaje de Rocky, con toda seguridad considerareis mejor la segunda entrega.

Sobre Taxi Driver: Claro que el público se pone del lado de Travis. Está salvando a una niña de doce años a la que han puesto en las aceras de Nueva York. La idea era crear una catarsis para que los espectadores dijeran: SÍ MATA, y luego cayeran en la cuenta: OH, DIOS MÍO; NO... Se presenta a un hombre (un idiota demente) que se pasa todo el largometraje hablando de limpiar la escoria de la ciudad y se demuestra luego que es a los hombres negros a quienes considera escoria…  Éste mata a un grupo de negros por deshonrar a una joven blanca y su ciudad le convierte en un héroe. Eso el público lo habría visto como un OH, DIOS MÍO, NO. Eso habría sido Centauros del desierto.

 

 

 


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