El verano cinematográfico suele ser un erial. De vez en cuando, sin embargo, salta la chispa. Este es el caso de Misión: Imposible – Fallout , un excelente filme. La sexta entrega de una saga que, película a película, va ganado consistencia. Brian De Palma inició la franquicia con una brillantísima película con guion e historia de Steven Zaillian, David Koepp y Robert Towne y con secuencias que han quedado en la memoria colectiva de todo aficionado al cine: el robo de un archivo de datos NOC en la sede de la CIA de Langley o la persecución en el túnel del TGV del Canal de la Mancha. Desde entonces, la dirección de cada nueva entrega siempre ha estado a cargo de directores de prestigio. Contra todo pronóstico, John Woo, un candidato ideal para esta saga, la pifió en Misión: Imposible 2 (2000) , con una Sevilla tan improbable como el guion de Robert Towne y la puesta en escena de Woo. Tuvo que intervenir J.J. Abrams en Misión: Imposible 3 (2006) para arreglar el desaguisado (una e
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