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El curioso caso de Benjamin Button (2008)


 
Sostiene Colin Rameaux que la mejor adaptación cinematográfica de una novela es Apocalypse Now basada en “El corazón de las tinieblas” de Joseph Conrad.

A partir de ahora este puesto en el ranking de mejores adaptaciones lo tendrá que compartir con “El curioso caso de Benjamín Button”, película de David Fincher basada en un cuento homónimo de Scoot Fitzgerald.

El hallazgo de ambas versiones está en saber captar la esencia y el espíritu de la historia y abandonar la anécdota y su trama argumental.

En el caso de Apocalypse Now la esencia era la historia de unos hombres que surcan un río – en medio del horror- en busca de una leyenda cuya misteriosa vida y razones van descubriendo según avanza el argumento. Daba igual que esta historia trascurriera en El Congo de finales del XIX que en el Vietnam de los años 60 del siglo XX.

Con la película Fincher pasa algo parecido. El cuento de Scoot Fitzgerald esta basada en una excelente idea: un niño que nace viejo y que según avanza su vida va rejuveneciendo hasta morir siendo un bebé. Del cuento, en el film, sólo queda esta idea y alguna intuición. Por ejemplo, la relación del niño con el abuelo que aquí se sustituye, con notable impacto dramático, con su aprendizaje en el asilo de ancianos. Con gran simplicidad de recursos se introduce una de las ideas fuerza de la película: la importancia de aceptar al diferente, algo que hacen con mucha facilidad niños y ancianos. De los ancianos se dice que son como niños. Los niños tardan en adquirir la maldad de distinguir entre negros y blancos, entre grandes y enanos. Así se crió Benjamín Button. Así se forja un personaje.

Lo que en el cuento era pura anécdota intranscendente aquí se convierte en una historia romántica que nos habla con profundidad pero sin aburrir del paso del tiempo y del valor de las cosas que perdemos. Textualmente: “ Es normal que perdamos a la gente que queremos, ¿ como si no sabremos lo importante que fueron?”

La película esta llena de hallazgos de guión y técnicos.

Empecemos por los hallazgos de guión:

La película comienza con la historia de un relojero que construye un reloj para la estación de trenes de Nueva Orleáns cuyas manecillas giran hacia atrás, con la esperanza inútil de recuperar la vida de su hijo muerto en la primera guerra mundial. Esta historia tiene por objetivo- como el mismo Fincher ha explicado en alguna entrevista- hacer desde el primer momento creíble y natural la historia de un hombre que rejuvenece. A partir de aquí, el espectador aceptara sin oponerse, como verosímil, la historia de Benjanin Button.

El segundo hallazgo es la estructura del guión. La historia narrada en un diario escrito por el propio Button pero leída por su hija años después ante su madre moribunda. Este diario leído en 2005, mientras se avecina el Katrina, actúa otra vez reforzando la idea de la historia vivida hacia atrás. La historia contada por Button a su hija nos sitúa en el tiempo y proporciona un sentido más complejo a la historia. Un tiempo convulso, el siglo XX, que empieza con la Gran Guerra y acaba con la catástrofe del Katrina. Metáfora que así vista adquiere profundidad.

Ya hemos comentado como los primeros años de Button transcurren en un geriátrico. Desde el principio Button convive con la muerte. No tiene miedo a la muerte porque ha vivido en un hogar de viejos que aceptan que su futuro mas próximo es la muerte. Incorpora con naturalidad otro tema importante: la tolerancia entre diferentes. Button entre viejos, Button educado entre negros. Button con su primer amigo, un pigmeo llamado Ngunga Oti (Rampai Mohadi).

Las historias románticas. La primera entre Button (Brad Pitt) y Elisabeth Abbot (Tilda Swinton). Una historia de aprendizaje. Llena de misterio, emoción, atmósfera y ritmo interior. Una historia contada con muy pocos elementos. Y que acaba inesperadamente – casi la final de la película- con un ingenioso golpe de humor. Algo propio de alguien (Fincher) acostumbrado a lidiar con spots publicitarios.

La segunda, entre Button y Daisy ( Cate Blanchet) , una historia de amor de dos personas separadas por el tiempo, al estilo de las mejores películas románticas (Un sueño de amor eterno, Henry Hathaway, 1935). Una historia que nos recuerda la importancia de disfrutar de cada instante por fugaz y pasajero.

Entrañable el momento en el que Button ya bebé muere en los brazos de Daisy. Ahora sí esto remite al mejor Scoot Fitzgerald. Recordemos el final del cuento: ”Después todo se tornó oscuro, y su cuna blanca y los confusos rostros que se movían sobre él, y el tibio y dulce aroma de la leche se borraron por completo de su mente”. Plano con los ojos del bebé Button cerrándose. Fincher capaz de transformar en imágenes el talento literario de Scout Fitzgerald.

Un ultimo comentario. La técnica digital puesta al servicio de la historia. Algo que nos está acostumbrado a ofrecernos el cine contemporáneo.


Director: David Fincher
Producción: Kennedy/Marshall Company; Warner Bros; Paramount Pictures
Productores ejecutivos: Frank Marshall; Kathleen Kennedy, Ceán Chaffin
Diseño artístico: Donald Graham. Burt; Viata Z. Zoito
Guión: Eric Roth
Fotografía: Claudio Miranda
Música: Alexandre Desplat
Intérpretes: Brat Pitt (Benjamin Button); Cate Blanchet (Daisy); Tilda Swinton (Elizabeth Abbot); Toray P. Hansen ( Quennie)

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